Espacio de encuentro, articulación y confluencia de los movimientos sociales de Nuestra América
La Cumbre de los Pueblos es un proceso que se empezó a configurar a inicios de la década del dos mil, ante las Cumbres Presidenciales. Siempre tuvo como propósito reafirmar las agendas de lucha y resistencia de los diversos componentes del movimiento social (trabajadores/as, mujeres, jóvenes, campesinos/as, ambientalistas, indígenas, movimientos por la diversidad sexual, y muchos más). Ha sido un espacio para enfrentar el discurso neoliberal de los sectores dominantes al mismo tiempo que para dialogar con los gobiernos progresistas y de izquierda de nuestra región.
Uno de los momentos más importantes de la Cumbre de los Pueblos fue Mar del Plata, Argentina en el 2005, cuando se derrotó la propuesta imperial estadunidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), gracias a la confluencia de los gobiernos progresistas de ese momento: Chávez en Venezuela, Kirchner en Argentina, Lula en Brasil y Tabaré Vásquez en Uruguay, acompañados de un vasto movimiento de resistencia social contra este mega tratado de libre comercio y promoción de inversiones.
Luego de ese momento, las Cumbres de los Pueblos se inscribieron en la dinámica de la consolidación de los nuevos procesos de integración como la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), así como en un nuevo impulso integrador que adquirió el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Pero hoy, Nuestra América se encuentra en una coyuntura diferente. Estamos en medio de una fuerte contraofensiva neoconservadora de la derecha continental, promovida y financiada desde el imperio estadounidense. Las élites económicas y políticas tradicionales nos imponen políticas de austeridad; de ataque frontal a las políticas de derechos; de precarización del empleo; de desmantelamiento de la salud y la educación pública; de deterioro de los regímenes de pensiones y de empobrecimiento generalizado de las mayorías. Peor aún, se asoma el fantasma de los fundamentalismos neopentecostales, que aliados del proyecto más reaccionario del capital, vienen acumulando políticamente en varios países.
Estas élites del poder económico profundizan el fraude fiscal, evadiendo el pago de impuestos. Se enriquecen a costa de convertir a los Estados nacionales en instrumentos para sus negocios por medio de la corrupción público-privada en la lógica de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.
En ese escenario, la Cumbre de los Pueblos a realizarse en Lima y que lleva como lema “Por la Articulación Social de Nuestra América”, tiene una agenda que permite tener una lectura común desde los movimientos sociales sobre el momento político que vive la región y cómo se puede enfrentar la contra ofensiva de la derecha continental. En tal sentido, se pretende seguir articulando las acciones de las distintas organizaciones sociales a lo largo del continente, reforzando la solidaridad y la unidad en la lucha. Un lugar central de la agenda de la Cumbre de los Pueblos será el desmontaje del discurso oficial de la VIII Cumbre de las Américas, a desarrollarse en Lima los días 13 y 14 de abril. En dicho evento presidencial participan gobiernos que en su gran mayoría no tienen legitimidad ni autoridad moral para venir a Lima a hablar de corrupción y gobernabilidad. Ha quedado demostrado con los escándalos de Odebrecht y Lava Jato, que las élites políticas aliadas con las élites económicas han hecho de la corrupción pública y privada su modo de vida y de enriquecimiento. Por supuesto, también será un momento fundamental para visibilizar la resistencia y respuesta política del movimiento social peruano.
En un escenario de crisis del régimen que han sostenido las fuerzas políticas tradicionales y sus aliados. Basta decir que todos los presidentes peruanos de los últimos 30 años tienen cuentas pendientes con la justicia por crímenes cometidos desde el poder. Y es en ese contexto donde se viene a hablar de corrupción y de asociaciones público privadas como la salida. Nada más falso. La Cumbre de los Pueblos estimulará la rearticulación de la lucha popular continental, la solidaridad militante, y la confluencia de las fuerzas de izquierda y progresistas de la región, a fin de detener la contraofensiva neoconservadora, derrotarla y abrir de nuevo una perspectiva de transformación en beneficio de las mayorías excluidas.
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