Opinión

TPP-11: El Mercurio en defensa de las Multinacionales y del modelo de desarrollo neoliberal chileno. 

Esteban Silva Cuadra,

Fundación Constituyente XXI

 

En julio de 1967 se hizo famoso un gran lienzo colgado por los estudiantes en el frontis de la Universidad Católica de Chile en toma que señalaba: «Chileno El Mercurio Miente.»

La frase pasaría a la historia y contribuyó como ninguna pieza comunicacional a develar ante el pueblo chileno la ideología de la derecha conservadora y los intereses que representaba el diario El Mercurio, representante de la oligarquía y los grandes los grupos económicos y fácticos del país.
Su visión ideológica y política ha estado siempre invariablemente al servicio de los grandes grupos económicos y empresariales transnacionalizados que concentran el capital, la propiedad y los excedentes de nuestra patria y que hasta hoy sigue representando con consistencia el diario El Mercurio.
Más allá de la histórica frase señalando que «El Mercurio Miente» difundida por los estudiantes, lo claro es que el periódico fundado por Agustín Edwards Mac-Clure, es coherente con su ideología y no miente cuando fija, cada domingo, su línea editorial y el análisis de la Semana política.
En su análisis del domingo 21 de abril de 2019, el Mercurio aborda la votación del Tratado Transpacífico en la Cámara de Diputados. La aprobación del TPP11 como macro Tratado de Libre Comercio, tuvo un resultado muy estrecho. Su votación, tuvo que ser postergada previamente en tres oportunidades en gestiones de último momento del gobierno ante el temor de un resultado adverso y catastrófico.
Ante la creciente movilización en rechazo de amplios sectores de trabajadores y movimientos sociales organizados y la sumatoria de diputados manifestando que votarían contra el TPP-11, el gobierno, los grandes grupos empresariales y poderes fácticos, implementaron una gran campaña mediática sobre sus supuestos beneficios, llena de falsedades y medias verdades. Simultáneamente, ganaron tiempo buscando realinear a toda la derecha oficialista y presionaron fuerte a algunos diputados «opositores» para que cambiaran su voto.
Su aprobación por estrecho margen (en primera instancia pues ahora debe ser visto por el senado) fue considerada una victoria pírrica y no despejó los temores de la derecha y de los defensores del modelo neoliberal vía los TLC’s,  quienes evalúan con gran preocupación el creciente rechazo y movilización social contra el TPP-11 como un creciente cuestionamiento al corazón del actual modelo neoliberal de desarrollo dominante.
Bajo el título: «Involución en la Centro Izquierda» el Mercurio editorializó su temor y alta preocupación señalando que en«la votación del  TPP-11 la Cámara evidenció hasta qué punto la centro-izquierda ha llegado a renegar de su propia obra.»«Si los gobiernos de la Concertación- e incluso el de la Nueva Mayoría- abrazaron los principios del libre comercio como una política de Estado, esta semana la mayoría de sus Diputados sucumbió a la presión del Frente Amplio y a una retórica desfasada, nostálgica de políticas fracasadas en el siglo XX y a la vez paradójicamente afín al proteccionismo de figuras como Donald Trump.»
Rematando su preocupación, lamentó la pérdida de liderazgos en la discusión del TPP de algunas figuras emblemáticas de la «centro izquierda» que el Mercurio considera sus «aliados» en la implementación de la «apertura comercial externa» impuesta por el duopolio y las élites dominantes, la que consideraban una «Política de Estado».
Un  falso «consenso» basado en la desregulación estructural de nuestra economía, la reducción de Estado, el desmantelamiento de nuestra soberanía económica y productiva, junto al otorgamiento de grandes ventajas y beneficios para el gran capital externo, en particular, para el capital financiero y grandes facilidades para las Corporaciones Transnacionales. Todo lo anterior, se materializó vía la  suscripción de Tratados de Libre Comercio, con la construcción de una compleja arquitectura, uno de cuyos ejemplos más emblemáticos es el TLC suscrito entre Chile y EEUU.
El Mercurio acusa el golpe cuando constata la pérdida de liderazgo sobre el TPP-11 y lamenta la derrota del ex canciller canciller Heraldo Muñoz, (hoy Presidente del Partido por la Democracia PPD) al señalar que: «si llama la atención que sólo un parlamentario socialista haya aprobado un tratado que suscribió la ex presidenta Bachelet al finalizar su último gobierno, parece simplemente incomprensible que ninguno de los diputados PPD hayan votado a favor del acuerdo, pese a que su principal impulsor fue el ex canciller de esa administración y actual timonel y presidenciable de ese partido».
Lo que por supuesto la línea editorial Mercurial, calla y niega, es que detrás del rechazo al TPP, emerge  por primera vez en todos estos los años de post dictadura, un vasto, diverso y unitario movimiento de trabajadores y movimientos sociales, los que desde el 2015, se articularon en la Plataforma de Organizaciones Chile Mejor sin TPP, la que a corto andar se pasó a llamar: Chile Mejor sin TLC, asumiendo que la lucha contra el TPP debía hacerse cargo del rechazo y revisión completa de los TLC’S suscritos por Chile, los que han condicionado nuestro modelo de desarrollo y que ejercen como verdaderos candados para impedir cambios soberanos para un nuevo modelo de desarrollo productivo y sustentable más justo para Chile.
No hay TLC’s malos y otros buenos: los TLC’s no son Tratados Comerciales, sino ante todo Acuerdos de desregulación que benefician al capital especulativo y financiero y a las grandes Corporaciones Transnacionales, sellamos desde Chile Mejor Sin TLC’s .
La experiencia de otros países en nuestra América como en el sur en desarrollo, nos demuestra que se pueden forjar estrategias soberanas distintas de desarrollo productivo, industrial y comercial, sin necesidad de suscribir TLC’s como lo han impuesto las élites chilenas.
El Mercurio, la TV y los «analistas y expertos» de las élites empresariales, presentaron a los TLC’s como «verdades únicas» casi sacrosantas, inmodificables e incontrarrestables para la lograr «inserción internacional » de Chile. Así, lograron por años imponer en la sociedad y disciplinar al Congreso del duopolio Derecha-Concertacion de composición binominal,  que hacía de la aprobación de los TLC sencillamente un simple trámite, sin necesidad de tener mayor información sobre ellos, ni mucho menos de contar con estudios autónomos y serios de impacto sobre los suscritos previamente.  (Como anécdota en la votación del TLC Chile-EEUU hubo solo un diputado que votó en contra y por ello fue amenazado por  los dirigentes de su partido a la época, el PS de ser pasado al Tribunal de Disciplina)
Sin darse cuenta que el país cambió y a pesar de la movilización social y de los sólidos argumentos en contra del TPP-11 expuestos por Chile Mejor Sin TLC ante los diputados (ver https://chilemejorsintlc.cl/16-razones-para-rechazar-el-tpp-11/) la derecha Mercurial descalificó los argumentos en rechazo al Tratado Transpacífico motejándolos como señala su editorial de ser «una retórica desfasada y nostálgica de políticas fracasadas en el siglo XX. «
Insistiendo en una falsa disyuntiva: que en la aprobación o rechazo al TPP11 se jugaba para el país la disyuntiva entre «Libre Comercio» versus «Proteccionismo» a propósito de la negativa de la administración Trump  de suscribir el TPP impulsado por Obama.
Paradojalmente en el TPP11 es lo contrario, como bien lo señala el economista José Gabriel Palma :
«Los proteccionistas son las Corporaciones que lo delinearon y pagaron por su elaboración (aportando abogados y lobbistas que escribieron los capítulos del tratado, cada uno trabajando a $1000 dólares la hora y a diferencia del resto de los mortales, tuvieron acceso a las negociaciones).
Ellas son las que quieren cambiar el añejo proteccionismo país por un igualmente añejo proteccionismo coorporativo»: el TPP 11″.
Esto es aún más claro si lo analizamos desde la teoría crítica de Marx, Néstor Kohan nos señala al respecto que:
«Proteccionismo (como el de la burguesía alemana representa en los escritos de List) y librecambio (como el de la burguesía británica idealizada por David Ricardo) constituyen dos banderas intercambiables, según la coyuntura histórica, de una misma clase social capitalista que opera escala mundial dentro de las jerarquías y dominaciones del sistema capitalista.»
«No resulta casual que en el siglo XXI los capitales y sus representaciones políticas que hasta hace muy poco tiempo abogaban por los tratados de libre comercio son los mismos que actualmente enarbolan sin pudor ni vergüenza, la bandera del dumping, la construcción de muros entre naciones (para impedir la movilidad y fluidez Internacional de la fuerza de trabajo pero no así la de los capitales) y la «defensa» proteccionista de sus respectivos mercados nacionales.»
En consecuencia, «Proteccionismo y Libre Comercio van cambiando según la ocasión y conveniencia en el discurso de los representantes del capital, siempre que se trate de defender los intereses imperialistas.» (2)

Jean Siegler, Relator Especial de las Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación (2000-2008) y Vicepresidente del Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU señala que :

«Estamos asistiendo a una nuevo mundo: la feudalidad capitalista.» Se trata de un nuevo poder feudal que se extiende globalmente y que tiene el rostro de las grandes sociedades y corporaciones Transnacionales privadas.
De las 500 más grandes corporaciones capitalistas continentales del mundo, ellas controlan el 52% del Producto Interno Bruto del planeta.
El 58% de ellas son originarias de los Estados Unidos. Sin embargo, en conjunto, ellas no emplean  a más del 1,8 por ciento de la mano de obra mundial. Esas 500 Corporaciones generan y se apropian de riquezas y conocimientos que son superiores a los saberes y riquezas acumulados en los 133 países más pobres del mundo. (1)
Acumuladores de  los saberes tecnológicos electrónicos y científicos más avanzados, las Corporaciones Transnacionales dirigen el proceso de desarrollo material de la condición humana. Los bienes que ellas aportan y que pueden asegurar esos productos y servicios son indiscutibles. Sin embargo, el control privado que ellos ejercen sobre la producción y los descubrimientos científicos que por naturaleza deberían ser destinados al bien común tienen consecuencias desastrosas.
El único motor de estas grandes Corporaciones es la acumulación de ganacias  privadas, las más altas posibles y en el tiempo más rápido posible, con la consiguiente eliminación de los obstáculos sociales e institucionales que se opongan a sus objetivos. Ese es el sentido y orientación de fondo que materializan los TLC’s y los nuevos Tratados multilaterales como el Tratado Transpacífico (TPP11), que tiene como objetivo global imponer, aumentar y profundizar significativamente la desregulación estructural en nuestros países.
Los movimientos sociales chilenos ya le han dicho NO al TPP-11 y para ello han logrado perforar y desbordar el debate limitado y maniatado sobre el TPP en la Cámara de Diputados.
Ahora, esperamos que las y los senadores asuman el rol que les ha dado la soberanía popular y se comporten como un Senado que representa al conjunto de los ciudadanos de la República, y en consecuencia, rechacen la ratificación del TPP11.
Aquello abrirá camino para generar una discusión soberana en la sociedad chilena para construir un nuevo modelo de desarrollo, productivo, sustentable y justo que contribuya a un comercio justo desde Chile y los países del Sur.
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